Escuela de calor
A lo largo del verano he tenido ocasión de leer los recurrentes y consabidos artículos periodísticos que, aprovechando el tirón de cada ola de calor, hablan de drásticos aumentos de temperatura durante los últimos decenios y de nuevos récords caniculares que pulverizan los del verano anterior. Por razones de trabajo, he viajado desde Madrid a zonas europeas más frías donde personas muy cultas, sensatas, ponderadas y conocedoras de muchos países y climas me han expresado, como charla de café, su profunda preocupación por la evidente escalada de temperaturas. Un ingeniero con aficiones agrícolas me ha comentado que la fruta que recoge en su huerta ya no es como antes, que tiene menos sabor, que el cambio climático precipita la maduración y nada es como era. Otro contertulio ha hecho viajes e incursiones por el interior de Francia y asegura que la gente está desesperada, preguntándose cuándo va acabar esta pesadilla de temperaturas insoportablemente elevadas. Otro asegura que el agua de las playas de Palermo, donde reside, es mucho más cálida ahora que hace veinte años, vamos, que ni punto de comparación. El consenso parece universal: los veranos son mucho más calurosos que antes, y aquellas copiosas nevadas de nuestra infancia hace tiempo que no han vuelto a verse. Mais où sont les neiges d'antan?, se preguntan todos, como hiciera François Villon hacia 1460, quizás también inspirado por el cambio climático de aquella época, tan cálida como la actual. Seguir leyendo...